Anochezco con el alma sucia,
con uñas entre la roña,
apestando a puta soledad
mi garganta asfaltada
a dos cigarrillos por hora
me impide clamar auxilio
este maldito cenicero
se empieza a convertir
en mi horno crematorio
y a la hora del amanecer
el sol no me abrazará,
solo abrasará más que ayer.
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