para saber que mi hígado
tiene unos treinta y cinco;
mis pulmones deben rondar
así como los cincuenta años;
veinte he estado cayendo,
los mismos, levantando.
Lo de mi corazón es relativo,
un día creo que tiene tres siglos
y otro que ni siquiera ha nacido;
así como la poesía que escribo,
que maneja el tiempo como quiere,
pare o vuele, al compás
de años, siglos o ningún latido.
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