Tengo un televisor
justo al lado
de donde escribo,
yo también sucumbí
ante la televisión
siendo más crío.
Lo miro sin encenderlo,
ni siquiera me dio
por buscar el mando,
y qué favor me hizo
mi gata royendo
el cable coaxial.
A los que me critican
también los entiendo,
tener un televisor
y no encenderlo
es como tener cigarros
pero nunca fuego.
Me empeño en conocer
lo que hace del mundo
un completo desastre,
como el engaño constante
hacia mentes confusas
que nada se preguntan.
Pero yo me pregunto
cada vez más inquieto,
¿para qué necesito
este maldito trasto
en mi cuchitril
de ensueño?
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