miércoles, 10 de junio de 2015

Sigo esperando.

Reacio a que me resten espacio,
no quiero a nadie en mi círculo.
El vínculo que sea estrecho.
Demasiados interesados he visto;
que nos separe un interludio.
Lo mismo que nos unió
destruyó lo nuestro.
Muestro lo mínimo,
para que no me expriman
como a un cítrico.
Critico a quienes meten
las narices donde no les llaman,
y solo me calma que cierren el pico.
Me aplico una regla simple;
respeta a quien te respete,
y así siempre.
Falsificar sonrisas ya es típico,
así que si me ves, sabes que finjo.
De felicidad famélico,
de llorar fatídico.
Calmar las penas 
escribiendo periódico.
Dónde coloco mis lágrimas
si ya no queda hueco.
Me equivoco si pienso
que alguien me ofrecerá su hombro;
como que los ricos acabarán
con el hambre en el mundo.
Nefasto tener que plasmarlo
con un lápiz y un folio,
dolería menos pintar
un óleo con mi sangre.
Me faltaría para poner el nombre
de todos los que odio.
Loco como un soliloquio
en medio del metro.
Ojalá regresaran los días de colegio,
y la aridez volviera a mis párpados;
hoy empapados, por sabe quien
cuántos atropellos.
De ellos salió mi ira,
acabaron con mi caballería.
Quizá en un futuro me ría 
pensándolo, mientras tanto,
sigo esperando.

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