domingo, 14 de diciembre de 2014

Musa de Chile.

Con los grillos canto, de noche,
y me parto la garganta,
mientras el sol se esconde.
La luna llena ilumina las páginas
que necesito recitarte.
Y no verte me hace más difícil vivir,
pero más fácil escribirte.
Iría a Marte a buscarte si hiciese falta,
pero falta poco para que cese esta tormenta.
Sediento en el desierto de lágrimas secas,
voy hacia el oasis siguiendo tus huellas,
tu estela, tu olor a vainilla.
Arena a la vista, y nada más.
Pero sigo, aunque los pies ardan,
tras eso, aguarda la recompensa.
Es certeza más que fuerzas que me quedan,
es confianza en ella, sé que me espera.
No necesito camellos, o genios,
yo solo me valgo, y cabalgo a lomos de
mi libro.
Desayunar dunas no ayuda,
en ruinas como Roma,
pero en el desierto de Atacama.
Te veo, y desfallezco a tus pies,
en tierras del gran Pablo Neruda,
qué más pedir, mi musa de Chile.