viernes, 29 de mayo de 2015

Espejos.

Hoy he llorado con
solo mirarme al espejo.
He sentido el deseo de
romperlo en mil pedazos.

En mi rostro no queda
rastro de felicidad.
Arrastro el lastre
de mi vida en silencio.

No finjo como otros,
zanjo mis problemas solo.
Pero ya estoy cansado
y me siento un estorbo.
Incluso para mí mismo.

Soy mi peor asesino,
siempre con la incertidumbre
de si apretar el gatillo.
O me aíslo, o asimilo
que aquí seguirá lloviendo.

Viendo yo mi cara demacrada,
no me pondré ninguna máscara.
Y no tendré respuesta para
preguntas equivocadas.

Sería gastar saliva, y ya gasté
bastante escupiendo al vacío.
El tiempo puso muchas cosas
en su lugar, y yo no tenía sitio
por ser nómada.

Me marcharía ahora,
y se marchitaría la rosa
que plantamos en la calle
de la melancolía.

Tal vez ella es muy feliz para
alguien como yo, que en su reflejo
ve el espeso peso del tiempo
sobre los ojos, y que
llora frente al espejo.

Perdiendo el tiempo.

Prendiendo fuego
y perdiendo suelo
en el que caminar
por buen sendero.

Dame alguna seña,
séllame los labios
o enséñame a morir.

Un loco de atar
sin un par de cuerdas.
Tirando piedras a tu tejado,
por si aún me recuerdas.

Nuevas metas como poeta,
pero con la maleta vacía,
dando vueltas a emprender
un viaje sin fecha de regreso.

Pierdo el tiempo contando días
porque no sé lo que quiero;
quizá que todo vaya bien,
o desintegrar el universo.

Hoy no.

No recibo consuelo,
aunque tampoco quiero.
Palabras de ánimo,
ya no las anhelo.

Soy hielo en mayo,
y sudo restos de aquello
que ya no se presenta
ni aunque lo llame a gritos.

Los grillos cantan,
y mi garganta dejó
destellos recitando
poemas de amor.

Pero hoy no; 
dado de lado
recojo trozos rotos 
del corazón.

Vis a vis
con un cielo gris
desde que 
no estás aquí.

jueves, 28 de mayo de 2015

A solas.

Escuchando canciones antiguas,
porque las de ahora no me llenan;
condenando al futuro que se presenta
de tal forma que la vista se me nubla.

Viviendo una tortura que no acaba,
y cavando mi fosa por si las moscas;
y por si los gusanos me quieren devorar,
descomponiendo mi vida una vez más.

Nervioso y quedándome sin uñas,
golpeando con el puño mis ruinas,
a ver si acabo por romperlas
y veo un camino de rosas.

Pellizcándome en la mejilla,
esperando solo una pesadilla;
y alejarme de las olas,
hasta llegar a la orilla.

Llorando viendo el panorama
desolador desde mi ventana,
con ganas de un nuevo mañana,
no diecinueve años de dramas.

Esperando tu llamada
desnudo en mi cama;
mientras truena
y grito a solas.

lunes, 25 de mayo de 2015

*

Que alguien que sepa de ciencia,
tenga la decencia de decirme
la diferencia entre el cosmos 
y mis comederos de cabeza.

Infinitos ambos, y con cambios
que se producen sin cesar.
No se estresan las estrellas
por brillar, ni yo por pensar.

Y al igual que ellas, solo brillo
cuando queda oscuridad.
Me hace la noche y con ella me fundo,
nauseabundos mundos me confunden.

Aludes de preguntas sin respuesta
entran en la órbita de mi mente.
A velocidades de vértigo,
en kilómetros por segundo.

Supuro polvo de estrellas
porque creé mi mundo,
y a todo lo que gira en su entorno.
Esperando, nada retornó.

Y sigo esperando respuestas,
subiendo cuestas que cuestan;
como el Olimpo en Marte,
o como mis vueltas a la cabeza.

24.05

Las mascotas deberían ser eternas.
El dolor interno que deja su ausencia
da lugar a un absoluto silencio,
donde callan las fuerzas.

Se reprimen, porque es un absurdo crimen
separarlas de quien desde hace años las cuida.
Aun así, no cabe duda, que desde arriba
nos miran y protegen como en antaño.

Pensando en si volverán a verse algún día;
pasa la vida, cicatrizan heridas
y florecen ilusiones, porque no queda otra
que regarlas para que el tiempo perdone.

Paseas, echas en falta algo,
y hoy el camino se hace más largo.
Al menos ya no cargo con el peso de
no haberlo dado todo mientras podía darlo.

Aunque al fin y al cabo, nada es un regalo
cuando el amor es merecido
y aparte de un escrito,
te mereces el cielo.

Autodestrucción.

Ratos rotos como platos,
de quien nunca los ha roto.
Que se fueron de modo lento
y solo queda recordarlos.

Mientras tanto, tiento al futuro,
para que me dé algo parecido.
Porque hubo momentos malos,
pero nada se había ido.

Llora el cielo gotas ácidas,
en un día aciago para todos.
No existen paraguas mágicos,
que paren diluvios de llanto.

Torres más altas han caído,
pero todo se derrumba a cada paso.
Porque llegará el día en el
que no haya más ocasos.

El caso es que cada uno
carga con lo suyo;
y que otros como yo,
nos autodestruimos.

martes, 19 de mayo de 2015

I.

Llora el bebé del vecino,
pero no es por eso mi insomnio.
La televisión ya no es un refugio,
y a los recuerdos amargos evoco.

El truco es dejar la mente en blanco,
aunque debería pensar uno para no hacerlo.
Esto me está matando, y muchos
querrían verme muerto.

Trato de aguantar los palos,
y lidio con el dolor,
pero los barbitúricos
se han acabado.

Es inútil buscar el lado bueno,
y ordeno al ejército de esperanza,
que esto se haga más ameno.
Al menos, hasta estar algo mejor.

lunes, 18 de mayo de 2015

Tus palabras.

He visto palabras que asesinaban,
y se clavaban como cuchillos.
Las he sentido dentro,
y aún no lo asimilo.

Palabras de doble filo,
que acaban rompiendo el hilo;
tejido durante años,
haciendo daño, y frío.

Aséstame la definitiva,
éramos balas perdidas;
y ahora me disparas,
maldita traidora.

Susurra a las gaviotas,
que se coman mis restos,
aún flotan en el océano,
no se los lleva la marea.

Ya no creo en tus palabras,
porque son etéreas;
ya no creo en ti,
porque hiciste brechas.

Me iré.

Un día me iré para no volver;
no echéis de menos un cuerpo ya inerte.

Me matasteis vosotros en una masacre
de tormentos a mi mente.

Me exilio en mis delirios,
me cansé de domingos
en algún bareto podrido.

Y perdido, no sé cuál es el camino.
Sin ir ebrio, mi sed se sació,
en cuanto me quité de en medio,
porque aquí mi tiempo se acabó.

domingo, 17 de mayo de 2015

Moraleja.

Qué más que quemar lo que queda,
que arde y tarde o temprano nos aleja.

No hay cuento sin moraleja,
pero no hay mayor moraleja
que no esperar una y buscarla.

Tardas, y el tiempo no perdona.
No lo dijo el karma, sino aquel
que nos avieja.

Se hacía vieja la hora,
y no fue sorpresa que no aparecieras.

Fuera nadie te espera;
buscas, encuentras, pierdes,
y vuelta a empezar.

Es la senda en la selva de bestias,
maquilladas para ser bellas.

Aquí permanezco.

Siluetas sin formas me recuerdan a ti,
porque te transformas en todo lo que me gusta.

Apuesto que suelto lo que siento
hasta quedarme sin aliento.

En unos años, no sé si seremos ''nosotros'',
pero te llevaré dentro.

No encuentro las llaves,
y me cuesta abrir puertas.
Déjame pasar, y cierra esta.

Sálvame de esta ciudad gris y fea
que me apalea; ya no puedo pelear con ella.

No leerás un poema en el que no te quiera,
eres el cielo en la tierra.

Vendrás con vendas, o eso espero,
mientras, mayo me consume en su cenicero.

No forzaré la puerta,
ábreme si quieres,
aquí permanezco.

Trágica música.

Suena el piano sin manos que lo toquen;
suena solo sin torpes que lo bloqueen.

Resuena una batería vieja,
sin el viejo batería que la tocaba.

Se oye alto el bajo,
sin fin de trabajo.

Canta la voz dormida,
que un día fue vida.

Es la trágica música,
que muere, pero no se olvida.

Luciérnagas.

Desnuda la noche,
la luna se desviste
y las estrellas brillan.

Irrumpe el silencio,
se calma el viento,
y adiós tormenta.

Trepas quieren trepar hasta ella,
pero no atrapan su esencia.

No más ansia, disfruta de su presencia.
En algún momento, todos somos luciérnagas.

jueves, 14 de mayo de 2015

Poeta por supervivencia.

Perecí en mi vida,
y aparecí en mi muerte,
donde yo mismo poeticé 
mi despedida.

Todos silenciosos, mientras
caían algunas lágrimas.

Con una melodía de Mattia Cupelli,
no pedí más que una poesía para mí.
Todavía sigo sin,
así quién es feliz.

Cicatriz de bisturí,
por mí mismo,
al saber que acabaría así.

''Poeta por supervivencia hasta morir''
escribí.

Me mató saber.

La hoja que ahora estrujo,
por la hora en la que repudio lo que escribo.

Parece que ya no se me da bien ni estar jodido.
Gritos de silencio en un latido seco,
como si amenazara con ser el último.

Como el humo que mantiene la llama,
o como la llamada que no llega,
pero que da vida a la espera.

Es tela la estela
que dejas cuando pasas.
Lástima que últimamente
te dejes ver menos por este lugar.

La luna ya no brilla igual,
o será que la miraba en tus ojos al reflejar.

Alzo un grito mudo, que sé que oirás;
porque escribo en papel,
lo que no pude decirte,
y sé que lo lees.

domingo, 10 de mayo de 2015

Vida.

Es capaz de escapar
la vida en un segundo.
Es profundo el agujero
en el que me hundo,
y tus rotundas palabras
me llevan a lo más hondo.
Confundo sueños con pesadillas,
y he soñado que volvías a brillar;
pero estallabas cual estrella
y yo solo podía callar.
Siempre la misma historia,
no torna la noria;
sabía que vomitaría,
aun estando sobrio.
En tus sabias palabras,
encontré una sarta de mentiras,
y una satírica historia,
que es la nuestra.
Adiós, memoria.

sábado, 9 de mayo de 2015

Agujas.

Poner el broche a la noche,
desabrochando botones.
Dejando los baches,
y lo que derroché
en sucios bares
de mala muerte.
Con suerte, te encontraré,
y te irás efímeramente;
tengo en mente que lo harás.
Te irás, y yo quedaré como siempre,
con las manos llenas de sangre;
por desabrochar botones
que aún estar por coser.
Agujas que atraviesan mi piel,
cicatrices que no puedo esconder.
Ese es tu regreso, y lo atraso.
Déjame sanar el daño,
ya no me engaño.

jueves, 7 de mayo de 2015

Desafinan violines.

Garabateo trazando eses,
que no veo por ser de noche,
pero no enciendo la luz,
con tal de no verte,
ya que te veo en todas partes.
Eres el foco que me ciega,
por eso prefiero no estar ciego,
y vivir en una casa con puertas.
Que bien que vienes a buscarme
cuando te conviene, pero que lejos
quedan nuestros viernes.
Sonido de violines
que desafinan,
no afiles el arco,
ya me apuñalaste.



martes, 5 de mayo de 2015

Soledad.

Tantos tipos de soledad,
y yo que las colecciono todas;
solo con una me sentiría incómodo.
El tono oscuro y el frío como aliados,
al fin y al cabo es lo que me han dejado.
Desamparado, mal parado, malparido,
es lo que pienso de mí ahora mismo.
Aún recojo mis pedazos esparcidos,
el silencio es el eco del ruido.
La radio emite voces mudas,
será la nueva moda en este mundo;
o que ya nada es lo mismo,
nada tiene sentido,
y nada es todo cuando
los demás se han ido.
Piedras en el camino,
tropiezo, no las esquivo.
Escribo, porque sigo vivo,
pero 'Soledad' es mi apellido.