lunes, 26 de diciembre de 2016

Monótona tristeza.

No queda nada que celebrar,
sustituí el cava por la absenta
y sin una chimenea en mi hogar
solamente el alcohol calienta.

Es esa melancolía carbónica
la única que trae algo de luz
y mis lágrimas son la tónica
para no creer en la plenitud.

Tengo escarcha en los huesos,
resuenan campanas de oro;
ya no sé a qué sabe un beso,
ya ni a la soledad enamoro.

De la noche soy un adorno
en constante movimiento
y el cielo no admite soborno
para que llueva cemento.

Tengo mil guerras perdidas
que aún ni siquiera he librado,
pero tengo las alas partidas
y todos los demás han volado.

Los ángeles descansan en paz,
mis deseos no son escuchados,
no existe ninguna estrella fugaz
que me impida acabar desangrado.

El lado oscuro de la Navidad
no es más que monótona tristeza,
pero el vacío junto a la frialdad
congelan en invierno mi fortaleza.


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