jueves, 11 de septiembre de 2014

Tú me quemas, yo te hielo.

Tú me quemas, yo te hielo;
tú me odias, yo te quiero.
Quizás somos polos opuestos.
Como el Yin y el Yang,
donde tú eres el bien y yo el mal.
Pero siempre hay mal dentro del bien,
y bien dentro del mal.
Por eso quizás tú seas luz,
pero yo no seré solo oscuridad.
Yo soy luna, tú eres sol;
yo soy odio, tú amor.
La unión hace la vida,
y no solo la fuerza.
Yo soy noche, tú eres día;
yo soy tuyo, tú eres mía.
Complementarios pero diferentes,
como el rojo y el verde.
Tú me quemas, yo te hielo;
tú eres blanco, yo soy negro.

martes, 9 de septiembre de 2014

Plumas y jazmines; poetas y jardines.

De poesía creen que se nutren
esos buitres que nunca
podrán rozar las nubes,
o incluso mirarlas con vista
de cóndor desde lo más alto del cielo.

Y casi extintos como los cóndores
están los verdaderos poetas.
Quizás vayan ligados de la mano.
Y he aquí la ironía de que
las plumas ya apenas se usen,
y estas aves estén desapareciendo.

Aun con coraza, los verdaderos
cóndores te darán caza.
Sus ojos se clavarán en ti,
llevándote al fin,
a pensar que no es sitio para ti,
este jazmín con abejas asesinas.

Y nunca morirá el poema,
mientras la pluma siga viva.

El aborto de la ansiedad.

Ansiedad.
An: Privado/carencia de.
Si: Denota condición o suposición en virtud de la cual un concepto depende de otro u otros.
Edad: Tiempo de existencia desde el nacimiento.

Podríamos definir a la ansiedad como el ''estado mental que se caracteriza por una gran inquietud, una intensa excitación y una extrema inseguridad'', independientemente a las palabras definidas anteriormente, que podrían acompañarlo con ''que tiene la característica de hacer carecer a la persona, indistintamente de si es joven o viejo, de salud''.

Y es que, después de tenerte a mi lado, volví a poder respirar el aire que tanto me faltaba, suspiré con fuerza, e incluso me hiperventilé con tus besos, pero me sentía bien. El hormigueo que a menudo sentía, tomó forma de tu mano recorriendo mi espalda. Prometiste sacarme de aquí mientras temblaba y notaba la presencia de mis ya típicas náuseas. Venciste a mi insomnio susurrándome todo lo que quería oír. Yo no dije ni una sola palabra, y me dormí. Fue el primero de esos días, en los que ganaste. Ahora ella ha regresado, y necesito que vuelvas a estar a mi lado, a besarme, a acariciarme la espalda, a prometerme todo aquello, a que me hagas dormir como solo tú sola sabes, y a ganar de nuevo. E independientemente de si tenemos 18 u 80 años, hazlo siempre.