En la balada triste de mi voz
nadie aplaude y todos lloran,
mas en este salón estoy solo yo.
No es una obra de teatro, no,
solo es un teatro en obras;
tampoco es una ópera
sino operar mis sobras.
Soy la marioneta descosida
que resbaló de tus manos
en un incendio sin salida.
Qué inflamable la madera,
mis hilos, la tela y mi vida;
qué bonitas manos de seda
las que provocaron mi caída.
No hay ningún resentimiento
ni lamento en la despedida
de nuestros sentimientos.
Pero qué triste controlar
a una marioneta en el suelo
pudiendo hacerla volar
tan solo con tus dedos.
Sin hilos y siendo libre,
nadie aplaude y todos lloran
por un amor imposible.