domingo, 12 de abril de 2015

X.

Ángel y demonio, uno en cada hombro;
mientras pido socorro a gritos.
Uno me habla de suicidio,
tétrico pero indoloro;
otro me habla del honor,
algo que ya veo roto.
Estoy estancado en el lodo
de mis propias lágrimas.
Pero nadie siente lástima,
mi autoestima está en las últimas,
y no parece que nada vaya a cambiar.
De todas formas, a nadie le importa ya,
ni siquiera a mí. Supongo, que ya
no hay nada por lo que vivir.
Partir o partirme, he ahí la cuestión,
o quizá es la misma, no lo sé ni yo.
El tiempo ha dictado sentencia,
y también lo ha hecho la distancia,
que por si fuera poco,
no deja lugar para despedidas.
Aun así, prefiero dejar escritos en papel,
y no en la esquela de una lápida.
Seguirán abiertas mis heridas,
hasta que vengas y detengas
el sangrado que tú misma has dejado.

2 comentarios:

  1. No está mal, puliendo cosas. Con el tiempo y una caña, todo se apaña.

    ResponderEliminar
  2. Este comentario me da vida para seguir escribiendo. ¡Gracias!

    ResponderEliminar