Me salvé miles de veces
creando falsas ilusiones.
Algo en qué creer
como un viernes trece.
Y hoy, veintiséis de diciembre
sigo con la incertidumbre
de si este mundo lúgubre
me ofrecerá algo diferente.
Pero ya no espero a nadie
si hasta lo más fuerte
se lo lleva el aire
o en su lugar, la muerte.
Aun así quiero que me recites
el poema más triste
antes de irte
para que así resucite.
Ya es imposible
arreglar este desastre
y ser libre
sin que nadie me desate.
Si mis labios callan
palabras que quiero decirte
es porque estas andan ya
perdidas por Júpiter.
Un día grité
y no respondiste,
no esperes entonces
que pinte tu cielo de colores.
Los míos son grises
y no espero días mejores,
si cambian los matices
pero no los pintores.
Poco a poco te vuelves invisible
y mi única opción es
crear falsas ilusiones;
como pensar que nunca te fuiste.
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