Tantos poemas, y sigo
sin poder decirte
que soy el ciego
que por ti existe.
Tantas palabras, y sigo
sin lograr describirte
aunque contigo
eso es imposible.
Tantas madrugadas, y sigo
pensándote como el primer día
como cualquier domingo
pero con mi cama aún vacía.
Sigo convirtiendo cada sombra
en tu silueta
y sigues siendo la mejor obra
de mi libreta.
Puedo seguir escribiendo
aunque también podría callar
que hable el silencio
o el sonido del mar.
Que hablen tus suspiros
en las pausas que dejan
las olas color zafiro
al llegar a la arena.
Otro poema que escribo
y que no te daré por vergüenza
o por querer ser el desconocido
que desea acabar con tu tristeza.
Saber que el día comienza
y que no será a tu lado
es como romper las piezas
de un puzzle no empezado.
Pero solo tú me das fuerzas
para apagar este incendio
donde un universo a la inversa
nos traiga un bonito invierno.
Apaguemos el infierno
que nos quema.
¿Qué nos queda
si no lo hacemos?
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