y con afán las he ordenado;
si supieras de la belleza de tu letra,
si aún me escribieras a diario,
te dedicaría más que poemas tristes,
me dedicaría a escribirte pasión,
te entregaría las manijas de mi reloj.
He leído tus novelas a oscuras
al encender las velas del recuerdo,
y he recitado esa literatura
tal y como lee en braille un ciego;
he escuchado tu voz en el eco,
te he visto en la penumbra
y el aire me ha dado un beso.
Diré que te echo de menos
por si no es casualidad,
mas no te añoro solo en enero,
te añoraría en el más allá;
solo tú posees mi corazón entero
o al menos la magia del tiempo
para volver atrás.
Desde tu última carta
nadie me ha escrito ninguna,
mi mala escritura relata
lo mucho que envidia a la tuya
porque ninguna mejor retrata
lo que los lobos aúllan
cuando de amor se trata.
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