Dediqué cientos de poemas
sin obtener respuesta alguna.
Ninguno de vuelta;
inoportunas musas.
Difusa dejaron mi poesía,
que ya no significa nada.
Sola y vacía;
olvidada.
Litros de tinta derramada;
sangre en ocasiones,
tapando con las sábanas
todos mis corazones.
Cuántas veces resucitaré
hasta aprender de mis errores;
y cuántos jardines quemaré
para que nazcan flores.
Quién valorará lo que escribo
antes de que muera
por exceso de pena
o por vivir sin motivo.
Acaricié pieles frías
besé bocas sin alientos;
y entonces mi poesía
murió junto a sus cuerpos.
Quedando totalmente vana
tornándose muda
y siempre con la duda
de si volverá mañana.
Nunca recibí un poema
y quizá ya ni lo espero
aun dedicando un centenar
en cada noche de enero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario