Zapatos rotos, folios reciclados,
camisas a cuadros descosidas;
algún cigarro recién apagado,
y tras él una vela encendida.
Agua fría en la piel herida,
comidas no más de dos al día;
guardadas notas de despedida
escritas desde un alma vacía.
Silencio entre cada maullido,
la voz muda, el oído agudo;
sueña en color el dormido,
blanco y negro veo el mundo.
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