domingo, 23 de agosto de 2015

Atardecer rojo.

Cuando ni escribir me salva
y no me queda saliva
para decirte que te recuerdo
pero que tú me olvidas.

Encaminando mi vida
hacia ninguna salida
solo me queda
darte por perdida.

Y contar las pérdidas
que se acumulan.
No quedan estímulos
si nada es recíproco.

Perdí lo poco que tenía
por confiar en la esperanza
otra traidora arpía
que en mi tristeza danza.

Ya nada es válido
si acabo en un psiquiátrico
ciego de pastillas
por un eterno mal trago.

Un halago no hará
que el día deje de ser aciago
si solo valgo para darlo todo
y quedar destrozado.

Nací en una época
exenta de poetas
donde mi mano no sujetas
y el amor caduca.

Solo la cámara reflejará
lo que amarás
para hacer flashbacks
de lo que del pasado guardarás.

Y quemarás si quedan más
de mis poemas.
Y qué más dará
si te calientas con sus llamas.

Pirómana pero en mi cama
mis tramas acaban en dramas
tus lágrimas en lava;
dos volcanes a la deriva.

La noche empieza y el día acaba
no brindaremos con cava sin alegría
porque los cristales de estos se clavan
en el fondo de mi poesía.

Y en este atardecer rojo
no hay atajos
solo un contrarreloj
al cielo contra el tiempo.


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