miércoles, 19 de agosto de 2015

Ya solo me queda velar.

Tan poético como patético
escribir un final romántico
sabiendo que va a ser tan trágico
como el de los soviéticos.

Las palabras dejaron de tener valor
porque dejaron de hacerme volar.
Ya solo me queda velar
por no hacerme valer.

O porque quizá nadie apreció
lo que solo yo sé hacer;
despejar el cielo de nubes
para que deje de llover.

Me tienta vivir en un cuarto
sabiendo que si salto
el asfalto vomitará todo lo que 
no pude decir en voz alta.

Se me atragantan las palabras
y no dejo salir las letras
que escribirían un poema
para acabar con mi vida.

Me quité la venda
sangran las heridas
y por no esconderlas
mal me miran.

Todos murmuran
todos critican
que aprendan
de mi día a día.

Me refugié en la poesía
que me acusen de terrorista
por querer a personas muertas
esa farsa a la que llaman policía.

Me fallaron tantas
se fueron otras
y algunas volvieron
para cortar mi aorta.

Qué proeza ser poeta
en tiempos de guerra
sabiendo que en esta tierra
todo serán derrotas.

Juega con fuego y me quemas
juega con agua y me ahogas;
juega ahora con las cenizas
que sobrevuelan las olas.

Se apagaron las farolas
a oscuras y a solas
se paran las agujas
que marcan las horas.

Apuré las últimas
para escribir
lo que no pude
antes de morir.

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