lunes, 7 de septiembre de 2015

Alguien.

Escribí tantos poemas
a musas que no ofrecían más
que desgastar mis yemas
mientras dormían en otras camas.

Cuando la marea suba
y la tinta parezca lava
dejaré que me lleven las olas
a una muerte segura.

Aun así vivo a la deriva
y desde esta perspectiva
es inútil gastar saliva
si nadie me escucha.

Mis manos llenas de escarcha
si escasean otras que les den calor.
Es lo que ocurre si te marchas
por tener miedo a mi dolor.

Si soy el autor de mi devenir
algo mal debí escribir
al ver que sigo aquí
pero sin razones para vivir.

Tal vez en el próximo capítulo
cambie el rótulo
y mis bártulos
no sean folios rotos.

Ojalá mi refugio no sea otro
que unos brazos sinceros
y si estos se separan de mí
que sean solo unos centímetros.

Mientras tanto sigo esperando
a alguien que no me queme
que dé sentido a mis escritos
y con mi vacío acabe.


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