He visto palabras que asesinaban,
y se clavaban como cuchillos.
Las he sentido dentro,
y aún no lo asimilo.
Palabras de doble filo,
que acaban rompiendo el hilo;
tejido durante años,
haciendo daño, y frío.
Aséstame la definitiva,
éramos balas perdidas;
y ahora me disparas,
maldita traidora.
Susurra a las gaviotas,
que se coman mis restos,
aún flotan en el océano,
no se los lleva la marea.
Ya no creo en tus palabras,
porque son etéreas;
ya no creo en ti,
porque hiciste brechas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario