viernes, 29 de mayo de 2015

Espejos.

Hoy he llorado con
solo mirarme al espejo.
He sentido el deseo de
romperlo en mil pedazos.

En mi rostro no queda
rastro de felicidad.
Arrastro el lastre
de mi vida en silencio.

No finjo como otros,
zanjo mis problemas solo.
Pero ya estoy cansado
y me siento un estorbo.
Incluso para mí mismo.

Soy mi peor asesino,
siempre con la incertidumbre
de si apretar el gatillo.
O me aíslo, o asimilo
que aquí seguirá lloviendo.

Viendo yo mi cara demacrada,
no me pondré ninguna máscara.
Y no tendré respuesta para
preguntas equivocadas.

Sería gastar saliva, y ya gasté
bastante escupiendo al vacío.
El tiempo puso muchas cosas
en su lugar, y yo no tenía sitio
por ser nómada.

Me marcharía ahora,
y se marchitaría la rosa
que plantamos en la calle
de la melancolía.

Tal vez ella es muy feliz para
alguien como yo, que en su reflejo
ve el espeso peso del tiempo
sobre los ojos, y que
llora frente al espejo.

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