lunes, 25 de mayo de 2015

24.05

Las mascotas deberían ser eternas.
El dolor interno que deja su ausencia
da lugar a un absoluto silencio,
donde callan las fuerzas.

Se reprimen, porque es un absurdo crimen
separarlas de quien desde hace años las cuida.
Aun así, no cabe duda, que desde arriba
nos miran y protegen como en antaño.

Pensando en si volverán a verse algún día;
pasa la vida, cicatrizan heridas
y florecen ilusiones, porque no queda otra
que regarlas para que el tiempo perdone.

Paseas, echas en falta algo,
y hoy el camino se hace más largo.
Al menos ya no cargo con el peso de
no haberlo dado todo mientras podía darlo.

Aunque al fin y al cabo, nada es un regalo
cuando el amor es merecido
y aparte de un escrito,
te mereces el cielo.

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